Hace más o menos un mes, empecé a montar de nuevo. Aquello ya no era mi montura, parecía otra moto, no sentía la misma conexión con la máquina. Era como empezar de cero, pero con un miedo inconsciente añadido.
Al poco tiempo noté que los giros a derechas los hacía con naturalidad, pero en las curvas a izquierdas me estremecía, era incapaz de mirar al final de la curva, me quedaba mirando la rueda y el suelo de reojo. La curva fatídica era a izquierdas.
Dado que mi instinto era mirar al suelo, tuve que hacer uso de mi parte consciente para obligarme a mirar al final de la trazada. Tenía que usar la parte activa de mi cerebro para corregir lo que el instinto me obligaba a hacer mal. El suelo es como una sirena* que nos atrae hacia el desastre y la única forma de no sucumbir a sus cánticos es no mirarlo.
Con el paso de los días voy recuperando la soltura, pero la sensación de que no es mi montura sigue ahí, siento que en cada curva, en cada frenada... me la puede jugar. Aunque no arriesgo nada, me noto nervioso, algunas veces asustado al montar en la que una vez fue mi moto. No me atrevo a salir a las carreteras de curvas que una vez me resultaban tan placenteras. Sólo de pensarlo, un escalofrío recorre mi espalda y mis manos se ponen temblorosas.
¿Qué hacer ante esto? ¿Dejar que el miedo me domine y renunciar a lo que tantos buenos momentos me ha dado? ¿Dejar la moto sólo para desplazamientos urbanos? ¿Enfrentarme al miedo sin más? ¿Dedicar un tiempo a prepararme antes de la batalla? Si me enfrentase a él... ¿qué ocurriría si fracasase?
* Sirena: ser mitológico, mitad mujer, mitad pez, que con sus cantos angelicales atraían a los marinos hacia la perdición. Estas sirenas no son de las que hacen "uaaaaauuu..." como muebleuve cuando ve a kalimo en bañador.
![Imagen](http://img231.imageshack.us/img231/1794/pack5gaygp9dk0.gif)