ARTICULO - La leyenda de Pepe el Loco

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moriwoki
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ARTICULO - La leyenda de Pepe el Loco

Mensajepor moriwoki » 20 Ago 2011 20:12

Hola a todos.

El planeta de las Subidas en Cuesta.
Si dentro del mundo de la moto a alguien le apodan como "el loco", puede llamarnos la atención, aunque hay más de uno. Si a alguien dentro del mundo de las carreras de motos le llaman "el loco", ya es más preocupante. Pero si dentro de un mundillo de auténticas carreras de locos a alguien le llaman "el loco", evidentemente se trata de un digno protagonista para un relato corto, real, por supuesto.

No tengo ninguna foto de José Fernández, del que hace poco supe que murió por enfermedad hace unos 5 años... Jugadas del destino. Coloco una del que suscribe en un entrenamiento de la también legendaria subida a Montserrat. Ese año en una categoría tan reñida como particular.

Espero que disfrutéis de esta lectura.

Autor: Tomás Pérez


LA LEYENDA DE PEPE EL LOCO I



Imagen

A finales de los setenta sólo existían en España dos circuitos permanentes. Correr era entonces un sueño privativo, mucho más que ahora, y entrenar un sacrificio económico irracional, o una actividad directamente inalcanzable para la mayoría de los junior. Para hacernos ahora una idea de cómo era un entrenamiento en aquellos años, recordaré que, cuando excepcionalmente se hacían rodadas en Calafat, las tandas se organizaban en dos únicas categorías: Motos y coches, media hora cada una. Algo que hoy parece verdaderamente de ciencia ficción. Por otra parte, los circuitos urbanos tampoco se puede decir que abundasen, porque su montaje, realmente costoso y complicado, suponía un freno importante para cualquier organizador. Así, por tanto, los entrenamientos que se programaban entonces eran ocasionales y de difícil acceso, y las carreras en las que podíamos participar configuraban un calendario más bien pobre, y estamos hablando del nacional. Con este escaso panorama y el ansia de correr que sentían los pilotos, el mismo o parecido al que sienten ahora, las carreras en cuesta aparecían como un complemento asequible, con un gasto razonable en material, en inscripciones y también en desplazamientos, por su habitual proximidad. Sin embargo el riesgo que entrañaban era algo más que comprometedor, una locura impensable hoy día para la mayoría de los pilotos.

Pues bien, este relato se ambienta en ese particular mundillo, el de esas carreras de locos; y su protagonista, José Fernández, era conocido dentro de él, precisamente, como Pepe el loco.


Me había inscrito en la subida al Montseny, la más larga, que yo recuerde, del campeonato catalán. Un lujo de trazado con largas series de eses enlazadas que hacían disfrutar del acompasado balanceo, con pronunciados peraltes que a veces hacían perder el sentido de la verticalidad y con un firme impecable, libre de pintura y con un agarre que recordaba los elogios de Nieto cuando hablaba del asfalto de Assen: “Parece que la moto se coge igual en seco que en mojado”. Precisamente al final de ese excitante recorrido, en la meta de Santa Fe y mientras esperaba a que se completara la manga para bajar a hacer la segunda subida, fue donde por primera vez oí hablar de Pepe el loco.

Acababa de entrar Luis Ricart con una TZ 350 de GP y yo había sacudido la mano, como muestra de la impresión que me había causado la velocidad con la que se había plantado junto a nosotros apareciendo desde la última curva. Otro piloto que esperaba junto a mí comentó:

-No será el más rápido. Ya verás –dudó-… Bueno, si es que lo ves –entonces se volvió y preguntó a alguien-: ¿Corre Pepe?

-Sí, le he visto abajo, calentando la moto –respondieron.

-¿Quién es Pepe? –inquirí.

-Pepe el loco. ¿No has oído hablar de él?

-No, nunca.

-Es un animal. Si llega arriba, gana. Siempre que llega a la meta de una subida gana. El asunto es que llegue, y aquí no creo que lo haga porque ésta es muy larga.

Así fue: la subida al Montseny debió de atragantársele de alguna forma porque Pepe no llegó aquel día. Tampoco pude verle abajo, en la zona previa a la salida, donde se agolpaban furgonetas y remolques, para satisfacer una curiosidad que había comenzado a hurgarme el pensamiento.

La siguiente cita de esta serie de carreras de locos a la que acudí fue la de Montserrat. Una subida con un piso casi tan intachable como el del Montseny, si no fuera por la pintura que separaba los dos sentidos y por alguna que otra cicatriz grabada por la dureza del clima en la parte más alta. Un trazado más corto y también más escarpado que el anterior, que tenía la llegada al pie del monasterio, después de serpentear entre rocas y abismos. La zona de salida era ciertamente angosta y el espacio reservado para montar el paddock, a modo de mercadillo de pueblo, resultaba un tanto angustioso para algunos pilotos y equipos que se veían apiñados, o tal vez debería decir en familia. Había llegado hasta allí en la propia vespa con la que tenía que subir a la montaña, y dado que no necesitaba ningún preparativo específico, me pude permitir el lujo de dar un paseo sorteando las verdaderas máquinas de competición. Después de echar un vistazo a algunas preciosidades de cuatro ruedas, que también participaban, anduve entre bultacos del Critérium AGV-SoloMoto, ossas de la copa, y también pude admirar un par de yamahas de GP, sobresalientes como princesas entre tanto invento casero.

Entre los agudos petardeos de los escapes de dos tiempos, un bronco carraspeo llamó mi atención. Era un sonido, semejante en carácter y naturaleza a los otros, que sin embargo se escuchaba mucho más grave y corpulento. Procedía del mismo rincón que exhalaba una espesa nube blanca que llevaba en su seno una excitante fragancia de Motul. Me acerqué intrigado para averiguar qué clase de máquina sacaba aquel poderoso sonido que se imponía en toda la zona de calentamiento. Poco a poco la fumata se fue disipando a medida que subía la temperatura del motor, hasta que paulatinamente fui adivinando la silueta de un aparato extraño, el producto de una curiosa transformación. Era un auténtico monstruo del motocross, la Montesa Cappra 414 VE, convertido en un engendro especializado en subidas de asfalto. Tenía un manillar plano recortado, lucía la aleta roja de Yamaha TZ sobre la rueda delantera, y el asiento, con la espuma rebajada, ofrecía la imagen de un moto de producción americana . Sin embargo había algo que la hacían aun más extrema: Las ruedas. Llantas con medidas de carretera, neumáticos para asfalto de circuito y dos discos descomunales en el tren delantero. El resto del conjunto conservaba el original aspecto de cross, incluido el escape con las curvas de bufanda que se estilaban entonces. El aspecto general de aquel aparato no sorprendería a nadie hoy día porque pasaría por un perfecto prototipo de supermotard; sin embargo entonces no dejaba de ser un auténtico bicho raro.

Una gruesa muñeca retorcía acompasadamente el acelerador para terminar de dar temperatura a aquel vigoroso corazón negro. Pertenecía a un tipo fornido, de mediana estatura y con el pelo negro y brillante como el propio propulsor de la Cappra. Su frente sobresalía tanto como su mentón, que le precedía mientras empujaba suavemente la moto, y debajo de ella y de unas cejas oscuras como neumáticos, dos ojos de un azul acerado brillaban hundidos en sus cuencas igual que dos cabezas de alfiler. Su mirada, extraviada y fija por momentos, terminó de confirmarme que aquel tipo no podía ser otro que Pepe el loco.

En la primera manga reventó su brava montesa contra una de esas rocas rosadas que mantienen su solidez incluso vistas desde el avión que vira y desciende para hacer su aproximación a Barcelona. Él se rompió algún hueso del brazo…, o de la mano, no lo recuerdo bien, y allí acabó su participación de aquel día.


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En la primera era de la humanidad superior se consideraba como la virtud más aristocrática la valentía; en la segunda, la justicia; en la tercera, la moderación; en la cuarta, la sabiduría. ¿En qué era vivimos nosotros? Friedrich Nietzsche
Cerocoma
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Mensajepor Cerocoma » 22 Ago 2011 23:40

He sonreido un montón de veces mientras he leído las dos partes :)
Gracias por compartirlo.
Edufly
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Mensajepor Edufly » 23 Ago 2011 18:55

Pues si que he disfrutado de la lectura, pues sí.
Muchas gracias. V´s
MARIN
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Registrado: 21 May 2009 03:01
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Mensajepor MARIN » 23 Ago 2011 22:27

Si disfrutar se disfruta, lo que pasa que te quedas con ganas de más.

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