Os dejo aquí, en vuestro rincón, este breve artículo que publiqué hace unos meses.
Estoy seguro de que no os pasará desapercibido.
Muchas gracias.
LOS PILOTOS INGLESES, ¿ESTÁN LOCOS?

El salto más legendario de la historia de la velocidad, un salto ya secular, resulta ser, generalmente, una pequeña decepción para aquel que lo pasa en vivo por primera vez. Eso mismo le ocurrió al que firma estas palabras.
Sí, Ballaug Bridge, el puente de la barandilla con finos barrotes pintados en blanco, nos ha hecho soñar con épicos lances protagonizados por los héroes de la velocidad, aquellos que veíamos congelados por las fotos en blanco y negro cuando volaban un metro por encima del asfalto, con los radios de las ruedas invisibles por la velocidad, camino de Ramsey y antes de atacar la Montaña de La Isla de Man.
El salto más lento del TT goza desde hace más de medio siglo con la apariencia de ser el más espectacular de cuantos se ven en las carreras inglesas, con esa particular manera de entender la velocidad que les da su toque de locura anglosajona. Sin embargo, todo es relativo, y uno no se percata del paso realmente lento de los pilotos por Ballaug Bridge hasta que no se sitúa en un margen de Rhencullen y ve despegar las motos con la rueda girada a más de doscientos por hora.
Sí, así es, el apasionado de la moto no tiene una idea real de las magnitudes que alcanzan los saltos en el TT hasta que por fin se aposta a un lado de Crosby para sobrecogerse con el paso de las motos a dos palmos del suelo ¡volando a 290km/h!
El problema de los saltos en el TT, dice mi amigo Antonio Maeso (el español más rápido de la historia en la Isla de Man), es que aparece, por lo menos, uno nuevo con cada milla que va superando su promedio. “El primer año –se queja- apenas encontraba tres saltos en todo el recorrido cuando iba en busca de las 113 millas, promedio mínimo exigido para clasificarse”. Ahora, cuando Antonio ha rozado en alguna vuelta las 125, los saltos constituyen su mayor quebradero de cabeza a la hora de encontrar una apropiada puesta a punto de las suspensiones.
Un salto alto y lento como el de Ballaug Bridge combinado con otro largo y supersónico, como el del de Crosby, dentro del mismo trazado. De un extremo al otro en la misma vuelta.
Por otra parte, los ingleses han llegado a combinar en el mismo campeonato el circuito más descomunal jamás concebido –los 60 km del TT- con pistas como la de Croft, con 3.422 metros, la de Castle Combe, con 2.960 o, ¡cómo no!, la legendaria de Mallory Park, donde a principios de los ochenta se celebraron aquellos inolvidables match angloamericanos. ¡Un circuito de sólo 2.269 metros! En su versión más larga. Hablamos de auténticos guas* para una Superbike del siglo XXI.
Los saltos más lentos combinados con un vuelo supersónico, la inmensidad de La Isla de Man combinada con Mallory Park, un verdadero chiscón de la velocidad.
Estos ingleses, ¡sí que son extremos!
Tomemos, sin ir más lejos, otro circuito de sólo 2.400 metros, el de Cadwell Park, inaugurado, como quien dice, hace dos días, en 1.934. Una pista que presenta un desnivel de 10 metros acumulado en la subida que se compensa bruscamente en la bajada. Fijaros en el paso de los pilotos por esa auténtica chepa del terreno a la que quizá ellos, los ingleses, con su característica flema ancestral, llamen simplemente “cambio de rasante”. Fijaros en las imágenes que recoge el vídeo con la forma de pasarla que emplea este piloto neocelandés –total, primo hermano de los ingleses-, exhibiendo una depurada técnica de supercross, con una semiflexión de piernas y un cruce de horquilla que podría llevar perfectamente el sello del mismísimo Ricky Carmichel.
¿Están locos estos ingleses?
*Hoyo para jugar a las canicas
VÍDEO:
Sin comentarios:
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