Prueba KTM RC-8 R Track. La única carreras cliente en España

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Prueba KTM RC-8 R Track. La única carreras cliente en España

Mensajepor moriwoki » 08 Oct 2011 17:39

Hola a todos.

La KTM RC8-R Track es la única moto de velocidad diseñada sólo para la competición que se vende en España a través de cualquier concesionario. Hemos probado en exclusiva esta ‘carreras cliente’ antes que nadie en España. No existe unidad de prensa y se da la circunstancia de que, precisamente, es mi moto de carreras.
Espero que cuando menos os resulte curiosa, si no interesante esta prueba.
Como en otras ocasiones, dejo en este hilo más o menos la mitad del texto y el enlace para continuar la lectura y ver todas las fotos (27 en total).

Muchas gracias.

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KTM RC-8 R Track

“Carreras Cliente”, una denominación que va mucho más allá del simple marchamo de calidad, de la etiqueta negra o dorada con el sello de extra, o de la corona laureada como galardón ancestral. Una Carreras Cliente va mucho más allá porque la fábrica que te la ofrece ha puesto todo el esmero en mostrar, como en un escaparate concentrado, su tecnología más vanguardista, su calidad más detallada, llegando a desvelar incluso un ramillete de secretos con excusable orgullo. Pero, independientemente de estos exclusivos atributos, una Carreras Cliente es por encima de todo una Máquina de Competición, pura y desnuda, sin los pusilánimes argumentos de cualquier deportiva de calle, con sus luces ciudadanas, con sus restricciones comunitarias y con su placa rompiendo de forma atroz una estética natural; por no hablar de los preventivos espejos … ¡En una Carreras Cliente sólo se mira al frente, no nos importa quién viene detrás! Una Carreras Cliente es una moto engendrada por y para la competición: Una ganadora. Las otras motos son, sencillamente, vulgares motos de la calle.

A lo largo del tiempo, las carreras cliente siempre han representado máquinas inalcanzables para la inmensa mayoría de los aficionados, empezando por aquellas TD-3 y TZ 250 con las que Yamaha nos hacía soñar a muchos, motos de dos cilindros, 55 CV e importación prohibida, que cruzaron nuestras fronteras de las formas más singulares y clandestinas, echando mano, incluso, de recursos contrabandistas como unas luces postizas y una placa ajena para cruzar la frontera bajo la oscuridad andorrana. Más tarde, en los ochenta, Honda y también Aprilia pusieron a la venta series diversas derivadas de los Grandes Premios, pero a unos precios que hacían sonreír abiertamente a la mayoría de los aficionados y a casi todos los pilotos autonómicos.

Ahora KTM apuesta por los pilotos del CEV, por los de los campeonatos autonómicos, por los de la entrañable Mac-90 y también por tantos y tantos aficionados, asiduos como se ven hoy en día en las tandas libres y en los cursos de conducción deportiva. KTM apuesta por todos ellos poniendo a su disposición toda la distinción de una auténtica moto de carreras (así lo advierte la pegatina que se observa sobre la punta de su colín) al vulgar precio de una moto de calle. Vayan por delante esos 16.222 euros que cuesta, antes de pasar a hablar ya de esta RC8-R Track. Empecemos por la que quizá sea la característica que más resalta al contemplarla.

Desde finales de los ochenta, por uno de esos impredecibles avatares que rigen la moda en el vestir, la absoluta esbeltez comenzó a perfilarse como la referencia que regía el canon de la belleza en ese momento, llegando poco después a crear mujeres con las figuras escuálidas que algunas veces hemos tenido que lamentar. Esta RC8-R Track representa el traslado a una moto de esa absoluta esbeltez. Si la observas desde atrás sólo verás sobresalir las estriberas por los flancos del slick Dunlop GP Racer, nada más. Esa estrechez con 173 kilos y los 179 CV que marca su ficha técnica me sugieren la misma frase con la que respondo a mis amigos cuando me piden que les defina cómo se siente esta moto cuando te dejas llevar por ella a lo largo de una pista de carreras: Es como ir subido en una bicicleta propulsada por un cohete.

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Sí, eso le respondo a mis amigos con todo el conocimiento, de la misma forma que puedo escribir esta prueba, desde el extenso conocimiento, porque se de la privilegiada circunstancia para los lectores de Portalmotos.com de que esta KTM RC8-R Track que probamos no se trata de una habitual unidad de prensa cedida por la marca, no, ésa que veis en las fotos es la moto de carreras del equipo de nuestra escuela de Conducción. Es mi moto de carreras.

Efectivamente, la RC8-R Track se siente así de ligera y de rápida después de haber negociado, por ejemplo, la chicane con una indescriptible soltura y abrir gas a fondo. Pero no adelantemos acontecimientos y menos en este punto, una moto como ésta se presenta como el buen vino, que requiere su protocolo para ser examinado con detenimiento antes de catarlo.

Todo en la RC8-R Track son detalles de competición que te dejan bien claro en todo momento que no estás ante la banalidad de una moto de calle. Todo está marcado por la exquisitez de una máquina de carreras, empezando por la envoltura: Por muchos plásticos y fibras de carenado circuitero que veas en el mercado auxiliar, no encontrarás unos con la marcada calidad y el remate que muestran las de la RC8-R Track. Al sentarte, plantas las posaderas obligatoriamente sobre una delgada cobertura de goma antideslizante, no hay más: tu culo debe de estar al nivel y responder también de la gama deportiva más alta. Bajamos la bestia del caballete de competición y la sentimos apoyada sobre unas Marchesini de diseño específico para este modelo, más ligeras que las de su hermana erre a secas, ésa de la calle. Al apoyar el pie sobre la Track, lo encontramos donde debe situarse: atrás y arriba sobre unas estriberas cortas, rígidas y regulables. Al mirar los semimanillares, puedes descubrir unas manetas anticaída y al apoyarte sobre ellos, te cogerás a unos puños de goma fina, diseñados así para transmitir con toda la sensibilidad cada micrométrica reacción de la moto (Existe aparte una versión de corto recorrido para el acelerador).

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Pero antes de arrancar y salir, bajémonos de nuevo y observemos aún con más detenimiento sobre qué vamos subidos. Descubriremos entonces un detalle sobresaliente: El de las suspensiones firmadas por WP. En este conjunto la marca holandesa, tan acreditada dentro del mundo de las carreras, ha querido exponer todo su potencial tecnológico montando delante en la Track el tope de gama de sus horquillas y detrás un espectacular amortiguador, con detalles de precisión como los dos ajustes, el convencional y otro fino, para la compresión. Si nos vamos fijando en los componentes de la Track, descubriremos que KTM ha puesto a nuestra disposición la RC8-R de calle que nosotros hubiéramos preparado para la pista a base de ir sustituyendo sus componentes más urbanos por los de la pura competición.

Pero mejor los vemos todos al final, porque ahora mismo estamos deseando ya subirnos a esta RC-8 R Track. ¡Pongámonos en marcha! ¿En marcha? ¡Pero, oye!, ¿dónde has dejado la llave? ¿La llave? ¡Qué llave! No, no. Aquí no hay llave que valga, no hay cerradura: Estamos subidos en una máquina de competición, una Carreras Cliente. Bien. Botón de arranque, y al cuarto o quinto giro del motor eléctrico se dejar oír el otro, el bicilíndrico en uve a 75º, atronando el box con el implacable sonido de tractor que escapa por el conjunto dos en uno Akrapovic, embutido e invisible dentro de la quilla homologada para carreras (con forma de recipiente para recoger las posibles fugas de cualquier líquido).

Pero mejor, hagamos un alto antes de salir a pista para decir que durante los primeros 500 km, más o menos, la Track deja escapar con el motor frío una nube de aceite, tan evidente a la vista como agobiante al olfato, que se disipa cuando el motor ha tomado su temperatura de trabajo y que poco a poco va remitiendo hasta desaparecer cuando ha pasado ya del millar de kilómetros.

Primera hacia arriba, sueltas el embrague saliendo del box y sientes un traqueteo entrecortado e inestable, que te da la sensación de que en cualquier momento llegará a bloquearse la rueda trasera. Y, efectivamente, así puede ser, y con una brusquedad tal que puede hacerte volcar y quedar debajo de esos 173 kilos, como así estuvo a punto de ocurrirme en cierta ocasión por tratar con demasiado miramiento el acelerador con el motor en rodaje. Recorres el pit line jugando con el embrague para evitar esas brusquedades y sientes como si alguna parte de la moto se fuera a desencajar cuando aguardas en el semáforo tu turno para salir a pista. Da la impresión, hasta ese momento, de que la Track no es un conjunto compacto, como debería de resultar una máquina de carreras, sino una aglomeración de componentes regidos por un extraño desbarajuste. No me imagino esta moto circulando apaciblemente por una calle de barrio y mucho menos entre los coches atrapados por un atasco.

Luz verde, gas sin contemplaciones, y de repente todo cambia por completo. Es como si hasta ese momento todos los músicos de una orquesta hubieran estado recorriendo el pentagrama, cada uno por su cuenta, para afinar sus instrumentos; simplemente haciendo ruido. Sí, un ruido que llega al oído como amalgama distorsionante y cacofónica y que concluye con los tres toques de la batuta del director para dar inicio a la armónica interpretación de la partitura. Así se muestra la Track a partir del momento en el que abrimos gas a fondo, se convierte en un conjunto de precisa sincronización que pone en juego sobre la pista la tecnología más vanguardista del mundo de las carreras: Una orquesta sinfónica interpretando al completo el arco acústico con una matemática armonía.

Te adentras en la pista y, en cuanto sorteas la primera ese enlazada combinada con el ángulo, me doy cuenta de que voy subido en una auténtica moto de competición, sí, desde luego, pero con una serie de matices tan particulares que hacen a la Track entrar en una categoría aparte, aunque se halle encuadrada en la de Superstock del Mundial de SBK. Cuando alcanzo la primera de esas eses… ¡Pero qué cómodo me siento, por dios! Más que una moto deportiva, una moto de carreras que me permite una libertad de movimientos con mi 1,92, una amplitud de espacio insólita para mí en una moto de este tipo. La Track es una moto muy ligera y extraordinariamente estrecha, pero que se siente espaciosa sin la sensación de ser una moto grande.

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El segundo matiz propio de la Track es su genética off road. Se revela de una forma innegable sobre todo a la hora de entrar en los virajes, porque tienes la sensación de tirarte contra un peralte de motocross colocado en la trazada que encuentra su apoyo en la particular geometría de esta moto. Luego podemos hacer toda la curva rapelando el acelerador hasta el vértice, un punto a partir del que nos permite abrir para que el tractor que llevamos debajo arranque su galope, acoplando la frecuencia de su zancada al grado de inclinación de la moto, haciéndolo cada vez más trepidante a medida que vamos buscando la vertical. Un tractor del que si tuviera que describir la sensación que transmite cuando le abres a fondo el gas, no diría que es de aceleración o de velocidad, hablaría de una sensación de Empuje. Sí, de empuje; tal vez por eso sugiera en la mente esa similitud con el tractor.

La Inclinada...

CONTINÚA EN...

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En la primera era de la humanidad superior se consideraba como la virtud más aristocrática la valentía; en la segunda, la justicia; en la tercera, la moderación; en la cuarta, la sabiduría. ¿En qué era vivimos nosotros? Friedrich Nietzsche

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