Antonio Alarcos: El Privado más rápido del CEV. Entrevista

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Antonio Alarcos: El Privado más rápido del CEV. Entrevista

Mensajepor moriwoki » 09 Nov 2012 09:04

Hola a todos.

Es un placer conversar con muchachos tan jóvenes que tienen las cosas tan claras, sobre todo en el mundo de las carreras. Antonio nos habla de una forma natural y nos descubre, de una manera muy próxima, algunas de las claves en las que basa su pilotaje.
Este próximo lunes tendré el privilegio de rodar tras él y de atender a todo lo que me quiera contar. Él tiene 20 años, yo sólo 54, sólo 38 en el mundo de las carreras y todo por aprender de un chaval como Antonio.
La entrevista, como todas las que hacemos en Super7, es extensa, sólo espero que no se os haga larga y que disfrutéis de su lectura.
Como con otros contenidos, dejo aquí, en este hilo, el arranque y a continuación el enlace para acceder a toda la lectura.

Muchas gracias.

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ENTREVISA A ANTONIO ALARCOS


5 de Noviembre de 2.012

Le veo en el umbral del box, con la mirada ausente posada sobre las tribunas de enfrente. ¿Quién sabe? Tal vez le atrape allí un pensamiento soñador que las cubra hasta rebosar de un público ferviente, aclamándole con total entrega. Sin embargo, más tarde me daría cuenta de que estaba completamente equivocado. De la conversación posterior se desprendería que este muchacho tiene los pies muy bien plantados sobre el suelo y que vive de muy pocas, al menos en apariencia, idílicas fantasías.
Me acerco a él. Le saludo y sacude levemente la cabeza, despertando de ese momento de abstracción. Cruzamos cuatro comentarios acerca de cómo se presenta el fin de semana y a la quinta frase le hago la primera pregunta clave:

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En Tanto ruedas, tanto vales. Y me responde con su tiempo en Albacete, 1:30,6 apostillando que ahora monta los frenos de serie y unos neumáticos rayados. Me suena a esas excusas previas que siempre anteponían algunos pilotos de los 70 y los 80.
Media hora después, camino por el pit lane y vuelvo a arrimarme al umbral de su box. Le observo ahora desde fuera. Está sentado con el mono y las botas puestas en un rincón formado por los paneles publicitarios, mientras alguien calienta el motor de su moto con esa cadencia machacona que marca el prólogo de cualquier salida a pista.

Se le ve inquieto.

Una inquietud exterior que se expresa con movimientos curvos de la cabeza y también de los hombros, gestos convulsos que recuerdan a los de un corredor de 100 metros en los momentos previos a situarse sobre los tacos de salida. Una inquietud, también interior, que delata una mirada esforzada en la concentración, luchando por apartarse de todo lo que le rodea para centrarse, y que proyecta la imagen, con la cabeza gacha en muchos momentos, de un joven feligrés a punto de revelar en el confesionario el pecado más mortal de su corta existencia.
Minutos después, desde la vía de servicio, miro con vértigo la velocidad a la que se tira en el viraje de final de recta y observo cómo suelta la maneta del freno completamente dentro, casi en el vértice de la curva. Nadie diría que se trata del mismo muchacho de rostro bondadoso y semblante apacible que se movía con gesto ausente por el interior del box.

De vuelta en el paddock, consulto la hoja de tiempos. Se trata nada menos que del primer entrenamiento del Campeonato de Europa 2.012; y, al repasar la lista, lo encuentro en el cuarto lugar. Su tiempo: 1:30,1
¡Caramba! Pues no. No eran excusas.

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Me alejo de los boxes para dedicar los 25 minutos del segundo entreno a recorrer toda la vía de servicio, dejándome calar por la emoción que transmite este verdadero espectáculo brindado por el selecto grupo de pilotos continentales. El asombro me asalta cuando veo venir a unos absolutamente cruzados, como un coche de raid, cien metros antes de soltar los frenos para dejarse caer en el viraje, disfruto con el paso acrobático de otros que esconden el codo para no dejarse, literalmente, el mono abrasado sobre el asfalto y contemplo extasiado, también, a algunos saliendo de los virajes como si un gigante con brazos de hierro les sacudiera en el trasero con una pala de frontón. Entre este grupo de fieras sueltas por la pista, llama la atención el paso medido, sobrio y ajustado de nuestro protagonista de hoy. Su pilotaje es preciso, sin duda suave, muy suave, comparándolo con la mayoría de sus rivales; pero lo que más puede asombrar a un profano es que ¡no parece ir deprisa!

Ese estilo discreto, sin una sola floritura, flojo en apariencia y fino en una palabra, me resulta muy familiar. Más que un estilo, porque éste cambia con los tiempos, se trata de un concepto muy particular del pilotaje que se ha extendido a lo largo de toda la historia del motociclismo de velocidad y que, no por casualidad, han puesto en escena algunos de los más grandes. Freddie Spencer, Eddie Lawson, Sito Pons, Max Biaggi y, desde luego, nuestro maestro Nieto. A todos les he visto correr en directo, bien desde la grada o bien desde el vial, y todos parecen guardar un patrón común, una línea efectiva que también se adivina en este joven espigado.

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Aun cabría en alguno la duda, tras este segundo entrenamiento, de que algo no fuera bien en su cabeza o en su moto durante esa tanda y, por ello, su paso discreto fuera lento en realidad y se tradujera en un puesto muy retrasado dentro de la lista. Cuando consulto la hoja de tiempos, no tengo que buscarle abajo: Leo el nombre que la encabeza y a continuación, el siguiente, es el suyo:
Antonio Alarcos.

Super7.- Tienes 20 años, empezaste a los 12 en el mundo de la velocidad, pero te iniciaste a los 7 en La Moto, compitiendo en motocross, ¿no es así?

Antonio Alarcos.- Sí, empecé con el motocross, pero una vez que nos dieron una oportunidad para correr en velocidad, lo vi muy interesante y bastante factible, ya que en motocross es muy difícil destacar, y más a nivel nacional cuando en América hay mucho más nivel que aquí.

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