SOPLADORES DE HOJAS
Voy tan tranquilo andando por la calle. Es un día frío y soleado. De pronto veo delante de mí una nube de humo que se cuela entre los coches. Lo primero que pienso es que algo se está quemando. Pero al momento me doy cuenta de que el humo viene acompañado de un sonido parecido al de un scooter. Al poco veo salir de la nube a dos operarios de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid. Vamos, los barrenderos de toda la vida. Ataviados con mascarillas y equipados con unos sopladores de hojas, de esos que se emplean para eliminar las hojas de parques y jardines. Pues resulta que el ayuntamiento de la capital, supongo que en su afán por ahorrar agua, ahora ya no baldea las calles para eliminar las hojas sino que las sopla. Pero no sutilmente sino a lo bestia. Porque claro, soplan hojas, polvo, y toda la mierda acumulada en la calle. Os podéis imaginar que cruzarse con semejante pareja es peor que atravesar una tormenta de arena. Os podréis imaginar también como dejan toda la calle. No queda practicamente ni una hoja. Pero eso sí, el mobiliario urbano, los arboles, tu coche recién lavado como si lo acabaras de sacar de una montaña de arena. No me quiero imaginar si algun pobre vecino está en ese momento aireando su casa. Porque la nuve de polvo alcanza una altura de 4 pisos. Por no hablar del mundanal ruido que arman no solo los 2 señores sino también el camioncillo que les persigue aspirando las hojas que esto van amontonando con tanto cuidado.
El ayuntamiento ha visto el gran potencial de estos aparatejos obviando sus inconvenientes, entre los que los principales son la contaminación sonora y del aire. Y claro, ahora se utiliza para soplar hasta los panfletos o el confeti que se utiliza en fiestas y manifestaciones. Y como casi no tenemos manifestaciones. Ja ja ja... Seguro que no sacaron por la tele el espectáculo que dieron estos personajes tras el paso de la cabalgata de Reyes. Todos corriendo para no acabar ingresados en el hospital justo la noche de reyes por dificultades respiratorias.
En fin, que podría seguir así diciendo muchas cosas sobre esta... este... no sé qué decir. Pobres operarios. Si total ellos no tienen la culpa. Solo hacen lo que les mandan, pero es que cada vez que me los encuentro me dan ganas de meterles el tubo sobplador por donde amargan los pepinos.
Hala, ya me he desahogado un rato. Lo siento por el tostón.
Vssssssssssss