Mensajepor moriwoki » 25 Sep 2012 00:27
Se apagan los semáforos y suelto la maneta, como todos los demás, con tacto y progresividad, quemando embrague hasta que siento la tracción lo más efectiva posible. Apuro la marcha a fuego esperando que se la rueda despegue para empalmar en el aire la siguiente marcha. Sin embargo, cuando siento flotar el tren delantero, la KTM empieza a sacudir la cabeza otra vez, como si se hubiera vuelto loca. Cambio a segunda, pero como tengo visto ya de tantas veces, el manillar no deja de dar sacudidas y continúo aguantando el gas como puedo hasta final de recta, pero he perdido demasiados metros y cuando estoy tocando el ápice de la primera curva, el grupo está en su salida. Les perdí irremediablemente y a partir de ahí no hice ni una sola vuelta concentrado, no disfruté ni una sola curva de esa dichosa carrera –la peor de mi vida, si dejo al margen las caídas del pasado-.
A partir del quinto paso por meta, empiezo a obsesionarme con la bandera azul (la del doblaje) y en lugar de clavar la vista en cada frenada siguiente, lo hago en la mano del comisario correspondiente; así hasta que por fin veo a los primeros con el rabillo del ojo pasando por la curva anterior. Saqué una pierna para marcar y me aparté por completo de la trazada. Cuando pasaron los tres primeros, pegados,¡qué espectáculo! No os podéis imaginar cómo se ve desde otra moto, detrás, metida en la pista. Ya me había ocurrido con alguno de ellos durante los entrenos y había aguantado toda la larga parabólica viéndoles delante de mí replegando el codo a medida que rozaba con el suelo (aunque eso no es lo que les hace apenas bajar el crono).
En la primera era de la humanidad superior se consideraba como la virtud más aristocrática la valentía; en la segunda, la justicia; en la tercera, la moderación; en la cuarta, la sabiduría. ¿En qué era vivimos nosotros? Friedrich Nietzsche