Mensajepor vicentinik » 04 Ene 2007 16:38
Despues de leer el de mikeldi, comparto con vosotros algunos relatos que tengo guardados de un colega.
CAPITULO 1
había oído que la vida te puede dar un giro de ciento ochenta grados de repente tantas veces, que ya me sonaba como el cuento del lobo feroz, pero cuando te toca a ti…..
Cuando te toca, no te quedan más cojones que aceptar la cosa tal como venga, cortarte las venas, tirarte al tren o disfrutar del cambio…
Como en mi caso.
No me es difícil recordar el preciso instante en que todo cambió, ¿queréis escuchar mi historia? Pues bien, empezaré por el principio.
Aquella tarde de enero presagiaba tormenta, el cielo estaba totalmente cubierto de una masa de nubes que oscilaban entre el gris y el negro, el viento del norte soplaba con casta y todo indicaba que cuando dejase de soplar el cielo se iba a venir abajo en forma de tormenta…
Pero el suelo estaba totalmente seco…y cuatro pisos más abajo, guardada en el garaje estaba mí nueva moto….con dos kilómetros… recién sacada del concesionario hacia apenas dos horas, de la tienda a la gasolinera y de ahí a la oscuridad del garaje comunitario del piso de mis padres.
Casi no había probado bocado en toda la comida por los nervios, pendiente del móvil por si los colegas decidían salir o no a rodar esta tarde.
Al final se me habían rajado y me cabreé tanto que cuando leí el mensaje de que esa tarde solo se quedaba para tomar café, tiré el puto móvil de mala ostia por los aires, cruzo todo el cielo de la cocina describiendo una bonita parábola y aterrizó en la olla Express que mi madre estaba apunto de fregar, semienterrado entre los restos de las lentejas.
Mi madre me miró de reojo desde el fregadero y no dijo ni una palabra, cogío entre dos dedos el móvil chorreante y lo dejó a un lado de la encimera.
-límpialo…-ordenó.
Un poco arrepentido por mi reacción infantil cogí papel de cocina y restauré como pude el aspecto de mi teléfono, que seguía funcionado a la perfección y encima desprendía un leve olor a cocido nada desagradable.
-¡me voy a dar una vuelta con la moto!-salté de repente.
La verdad es que ni me lo pensé…surgió de mi cabeza como si hubiese alguien vivo dentro de mí.
-tu no estas bien…-sentenció mi madre.
-joder…solo un paseo por aquí cerca…a ver si no voy a poder estrenarla.
-ten cuidado y si empieza a llover o nevar vente a casa.
-tranqui mama...
Aquí fue donde se empezó a torcer la cosa… ¿Qué hubiera pasado si hubiese hecho caso a mi sentido común saliendo a tomar café en vez de haber hecho caso a la voz interior…?nunca lo sabré… pero sigamos.
Al principio todo fue tal y como me había prometido a mi mismo, un relajante y frió paseo la nacional, disfrutando de mi nueva montura, una preciosa R1 color azul, a ritmo tranquilo, haciéndola el rodaje de la manera más sutil.
Pero soy humano y tengo sangre en las venas, y al poco, empezé a sacarle un poquito el jugo al motor….para ver que tal respondía…que sensaciones me daba…
La maquina, diseñada precisamente para eso no dejo de darme placer, el frió que antes sentía a través del cuero desapareció…se me calentaba la sangre por segundos.
Los kilómetros pasaban y tuve un momento de clímax o de experiencia religiosa, como queráis llamarlo, en el que todo, absolutamente todo desapareció de mi mente y solo pude sentir el pulso del motor bajo mi cuerpo y ver la delgada tira de asfalto frente a mí.
No se cuanto duró…pero cuando me crucé con un bus de continental tan cerquita que pude ver el gesto de furia del conductor todo volvió a su ser de repente.
Solté gas y me deje deslizar suavemente hasta el siguiente cruce.
Medio atontado por aquella experiencia me saqué el casco y dejé que el frió aire me despejara la cabeza.
Encendí un pitillo y estiré un poco las piernas paseando alrededor de la moto, que seguía latiendo al ralentí, con sus focos atravesando la ya casi total oscuridad.
Antes de terminarme el cigarrillo el viento dejó de soplar como por arte de magia y algo frió cayó sobre mi nariz.
¿Una gota? me pregunté.
No, eran copos de nieve, como pude apreciar al trasluz de los focos de la moto.
¡Joder…!-exclamé al cielo.
Y como por arte de magia volví a la cruda realidad de saber que estaba a más de cien kilómetros de casa, de noche cerrada y nevando.
Me puse el casco y los guantes y arranqué quemando rueda de regreso.
Pero esta vez ya no era como antes…cada vez sentía más frió…la carretera ya no era una tira negra…ahora era como ver una tele cuando cortan la emisión…una maraña de puntos blancos y negros.
No me sentía para nada a gusto sobre la moto y lo de correr ni pensarlo…no veía un pijo.
Gracias a dios me pude pegar tras un trailer, y cobijado en su culo, pude respirar un poco más tranquilo, me puse a los setenta por hora que marcaba el camión y rogué que siguiera la misma ruta que me devolvería la seguridad de mi hogar.
Todo fue bien durante un buen rato, logré entrar un poco en calor y me limite a seguir tras el camión, de vez en cuando lanzaba una mirada a los costados y se me encogía el corazón… nevaba de cojones...y los copos caian casí horizontales por la fuerza de la ventisca, a ese ritmo, dentro de poco comenzaria a cuajar sobre el asfalto…para hacerlo más divertido.
Mas preocupado que por lo que me pudiese paras a mí, la idea de caerme de la moto y destrozarla contra el suelo me aterrorizaba, ¿Por qué seré tan capullo?
Empecé a suplicar al cielo para que me permitiese volver a casa sano y salvo con mi moto…. `pero no fui escuchado, y en lugar de acceder a mis ruegos, la única señal que recibí fue ver como se iluminaba el testigo de la reserva de combustible.
“estoy bien jodido…”pensé.
Me pareció un siglo el tiempo que transcurrió hasta que a lo lejos divisé luces blancas y verdes de un surtidor de BP, no hacia más que suplicar para que no se me acabase a la gasolina, di gracias al cielo y me animé al instante, todo arreglado…
Cuando dic el intermitente y me separé del camión la fuerza de la ventisca me dio de lleno, di un bandazo con la moto en cuanto el viento del que antes me protegía el trailer me atacó con furia, como iba despacio pude controlar la moto, pero aún así me llevé un buen susto.
El frió se me metió de nuevo el cuerpo en segundos, y el poco tiempo que me llevó a la protección del techo de la estación de servicio me dejó el cuerpo entumecido de frió.
Paré la moto junto a un surtidor y en vez de llenar el depósito, pillé los laves y me fui corriendo al interior del local.
El empleado, un tipo de unos cuarenta, un poco clavo y regordete se acercó haciendo aspavientos hasta mí desde el mostrador, no podía oír lo que decía con el casco puesto así que me lo quité.
-….tais todos locos…-fue lo primero que escuche.
-pero como se te ocurre viajar en moto hoy con el tiempo que han dado en el telediario…-me reprochaba mientras se me acercaba.
Yo no tenia tiempo de hacerle mucho caso, bastante tenia con dar saltitos y frotarme por todo el cuerpo para entrar en calor.
Tenia los pies congelados y los dedos de las manos de un tono azulado y encima con el contraste de frió calor me dolían un horror.
Sentí unas manos sobre mis hombros…y luego el peso de una gruesa manta sobre los mismos.el gasolinero había abierto un paquete con una manta de viaje de los mostradores y me la había echado por los hombros.
--gra...gracias...-logre articular.
-¿de donde coño vienes?-me preguntó divertido.
Y entre tembleques le conté mi historia.
-lo que te digo...estáis locos los moteros.
No le discutí…esta vez tenia razón.
Me llevó luego a rastras hasta la maquina de café y me sacó un par de vasos de cacao con leche caliente, qué devore, aunque la verdad es que me quemé la boca con el primer sorbo, sentir el calor del vaso de plástico hirviendo en mis manos me fue devolviendo poco a poco al mundo de los vivos.
Luego se sacó una delgada petaca del interior del jersey y echo una buena dosis de un líquido marrón en uno de los vasos de cacao que me acababa de tomar.
-tomate esto, ya veras que bien…
Ni pregunté…agarré el vaso y para dentro.
Era coñac…del barato…del que hace que parezca que te vas a incendiar por dentro cuando te lo bebes…… ¡maravilloso!
-tengo que llamar a casa...-fue lo primero que dije cuando me recuperé del chute de coñac.
-puedes usar el mío –se ofreció.
-gracias, tengo móvil.
Llamé a mi madre y a pesar de que mi móvil era una mierda hasta el gasolinera pudo escuchar los gritos de mi madre al otro lado de la línea.
Me costó un rato tranquilizarla.
Me preguntó donde estaba y que diría a mi padre que me fuera a buscar con el coche.
-ni se te ocurra mama….la nieve ya ha cuajado en la carretera y es demasiado peligroso, además ya sabes que a papa no le hace gracia conducir de noche…no te preocupes, aquí estoy bien…la gasolinera abre las 24 horas…si hace falta pasare la noche aquí…mañana ya veremos….no...No tengo frió, aquí tienen calefacción….si…la moto esta bien…tranquila…un beso…adiós…
-ya veras cuando vuelvas a casa...-se decojonaba el tipo.
-a ver cuando puedo volver….-dije pensativo.
-se me ocurre una idea…porque no metes la moto en el almacén, estará segura y mucho mejor que en la calle,luego si hay suerte vendrá una patrulla de los civiles que suele pasar por aquí todas las noches a echar un café…si se lo pido igual ellos te pueden acercar a casa.. Y mañana por la mañana puedes volver si las carreteras están bien con un carro a por tu moto, ya dejare yo recado al del turno de mañana.
La idea me pareció genial, ver la yamaha en la puta calle me dolía en el alma…vaya primer día.
Dicho y hecho, guardamos la moto y luego calentitos en el interior de la gasolinera esperamos charlando y viendo la pequeña televisión.
Ni Dios circulaba por la carretera a las once de la noche, claro que seguía nevando como en el jodido polo norte…la carretera hacia horas que había desaparecido tras un manto blanco de unos diez centímetros de espesor…y que la gente esta muy loca pero no para tanto.
A esos de las doce y veinte, cuando a mi ya se empezaban a caer los ojos de sueño, paco, el gasolinera me dio un toque y me sonrió.
-aquí están...-y señalo al exterior.
Un gigantesco patrol GR pintado de verde y con los pilotos azules de emergencia activados se peleaba arrastrando nieve con el morro por llegar bajo la cubierta de la gasolinera.
Paco se fue a recibirlos a la puerta y yo le seguí.
Entre bromas y juramentos entraron dentro dos números de la benemérita, paco lo primero que hizo fue contarles lo mío y los dos capullos se empezaron a partir el culo.
Uno de ellos, el cabo, tendría cerca de cincuenta tacos, no muy alto y delgado y prieto como un junco, el otro, era un chaval bastante joven y por la expresión de su cara se notaba que no tenía ni la mitad de escuela que su superior.
-¿Cómo así habéis venido con ese tanque?-les preguntó paco.
-el capitán nos ha ordenado salir de patrulla como siempre, pero mis cojones se han negado a coger el laguna…así que les hemos cogido a los especiales uno de sus pisa charcos y aquí andamos dando una vuelta.
-¿una copita...?-dijo paco echando mano a la petaca.
-venga pues...-no se hizo de rogar- a este…-señalo a su adjunto-...no le des que tiene que conducir y no esta la cosa para ir haciendo el tonto.
El civil joven y yo estábamos cerca el uno del otro, mirando a paco y al cabo sin abrir la boca, una situación un poco incomoda, la verdad.
Paco le pidió al cabo si me podían llevar hasta mi casa.
-¿Dónde vives...?-interrogó
Le respondí escuetamente y tras pensárselo uno segundos asintió con la cabeza.
-esta bien, queda dentro de nuestra zona de patrulla, lo que no te prometo es cuando llegaremos...la carretera esta fatal y tenemos que hacer alguna paradita más...-y se echo a reir.
-no tengo prisa...-respondí- gracias por llevarme.
Veinte minutos y un par de tragos después, me vi de nuevo en la calle, el frió era atroz y la nieve seguía cayendo con fuerza.aunque el viento ya casi no soplaba y los copos caían pesados y casi verticales.
El guardia civil joven abrió el todo terreno y me invitó a subir atrás.
Yo me sentía un poco ridículo con mi mono de cuero y el casco en la mano, subiendo a un vehículo de la benemérita…me sentía casi como un delincuente…. ¡vaya día…!
Durante el trayecto por la nacional, el joven conductor se debía guiar por los postecitos verticales reflectantes de los orillos, ya que todo rastro de calzada había desaparecido bajo la nieve, el conductor no abría la boca y el cabo no paraba de echar juramentos, cuando se cansaba me atosigaba a preguntas estupidas que yo respondía casi siempre con monosilabos,cuando por fin se callaba de vez encunado solo se oía el rugir del seis cilindros diesel y el ruido de los neumáticos aplastando la nieve a su paso.
Primera sorpresa de la noche en medio de la nevada…un audi TT azul tirado de medio lado en la carretera con las luces de emergencia encendidas.
-tenemos trabajo…-exclamo el cabo.
-parece que hay alguien dentro mi cabo...-dijo el joven.
-igual tienes compañía…-me dijo riéndose.
Nada más ver la pedazo de tía que se bajo agitando los brazos hacia el coche patrulla se me pasó el frió de repente, el cabo volvió a jurar de nuevo y hasta el joven conductor dejo exclamar un: ¡la virgen…!
Nos paramos tras el coche y nos bajamos los tres…no me quería perder aquel espectáculo.
Alta…muy alta, más que yo que rozo el metro ochenta, pelo largo y liso castaño con mechas rojizas que le bajaba a media espalda, una carita de…mejor me callo…que podría hacer de cualquiera su esclavo servicial de por vida,unas piernas enfundadas en medias negras más largas que un sábado sin moto, una minifalda…por llamarla de alguna manera…roja de cuero que solo tapaba el numero de bastidor…una cinturita de reloj de pulsera y lo que aquí se viene a llamar un buen par de tetas bien puestas.
Nos quedamos los tres embobados un rato mirándola y ella también, pero me miraba a mí...no por lo guapo que soy…sino por que coño pinta un tio vestido con un mono de cuero de moto con dos guardia civiles…
-me he quedado tirada...-dijo con voz sensual-¿pueden ayudarme?me estoy congelando viva.
Ahí es donde entraron los veinte años de servicio en el cuerpo del cabo.
Se acercó a ella y tomándola delicadamente de la mano se presentó...la tranquilizó...y de un solo vistazo se hizo cargo de la situación…radiador roto tras colision con poste de cemento del punto kilometrico 66 de la nacional.
-señorita…-sentencio solemnemente-debe acompañarnos, su vehículo sufre un gran deterioro y esta noche no se permite la circulación de vehículos, la grúa no vendrá.
-OH...pero es que...-intento decir ella
-no se preocupe por nada…cierre su vehículo y acompáñenos, todo se arreglara mañana por la mañana.
Su tono fue tan tajante que la chica se encogió de hombros y le hizo caso.
Proseguimos después la marcha…entre la pedazo de mujer y yo solo estaba mi Suomy, en la parte de atrás del patrol,un delicioso perfume femenino llenó el interior del vehículo, de vez en cuando no podía contenerme y cruzaba la vista hacia ella y hacia esas piernas de pecado,que malito me estaba poniendo por dios…
-continuaremos hasta el próximo local abierto para que se tome un café calentito y entre en calor señorita...-grazno el cabo desde adelante.
-muchas gracias capitán…-dijo ella con aquella voz.
El cabo se hincho como un pavo real en su asiento.
El conductor dejó escapar una risita ahogada que se cortó tras una fulminante mirada de su cabo.
Yo seguía enfermando de amor por segundos….me daban ganas de bajar la ventanilla y tomar algo de aire fresco…
